La Semana Santa es como un paréntesis en medio del eterno invierno, con lo que disfrutarlo si el tiempo, el trabajo y la salud te lo permiten, hace que las pilas queden recargadas unos cuantos meses más. Y como mi trabajo, mi salud y el tiempo está dándome unos días de tregua, esta semana la estoy disfrutando a tope.
¿Y dónde creéis que estamos?
La mayoría ya lo sabéis porque un montón de vosotros, incluídos los que estáis al otro lado del charco, habéis pasado por una de las comunidades más bonitas de España y parte del extranjero, nuestra Cantabria infinita…
Pueblos como Comillas ( nombre de origen celta que significa entre las Colinas o las Lomas) pesquero en su antigüedad y muy turístico en la actualidad, debe su arquitectura maravillosa a la moda a finales del siglo XIX de tomar Baños de Ola. Gracias a ello tanto la realeza (Alfonso XII y luego Alfonso XIII convirtieron a Comillas en el pueblo de veraneo más de moda de la época) como la burguesía que se alojaban en el pueblo, fueron construyendo palacios, casas impresionantes y edificios con un gusto exquisito y atemporal que hacen que hoy visitar el pueblo, sea un placer para los ojos.
Santillana del Mar, la villa de las tres mentiras porque ni es Santa ni es llana ni tiene mar, se esconde ahí, tan chiquitina, como uno de los lugares más bonitos y visitados de toda la península. Con el descubrimiento de las cuevas de Altamira, declaradas Patrimonio de la Humanidad a finales del siglo XIX, la villa comenzó a llenarse de estudiosos e intelectuales, pero ya era uno de los destinos de veraneo de moda a raiz de una epidemia de cólera en el País Vasco que desplazó a los aristócratas de toda España a la zona Cántabra para tomar sus días de relax.
San Vicente de la Barquera, pueblo muy pintoresco, completamente abrazado por el mar y como sabéis aquel que vio nacer a David Bustamante, es uno de los más turísticos de la región cántabra.
Como los anteriores, está completamente unido al turismo que es su actividad económica principal y guarda rincones encantadores como el Parque Natural de Oyambre, que es su principal atractivo. Mágico!
Y Santander, para la que sobran las palabras si tienes la suerte de poder observarla con tiempo, es una ciudad maravillosa, a pesar de los incendios que la persiguen y que asolaron su casco histórico a finales del siglo XIX y mediados del XX. Sin embargo, aún le queda el glamur de la época en la que todo el norte de España se convirtió en la sede de veraneo de la aristocracia, por las bondades de sus aguas medicinales.
Pasear por el Sardinero una tarde tranquila, con la chaquetilla puesta, ya sabéis que en el norte cuando se echa la tarde en verano, la chaquetilla no puede faltar, relaja como nada y alimenta el alma.
Feliz Semana Santa a todos, a los que os vais y a los que no, a los que la vivís con fe y a los que no, a los que os llena de buenos recuerdos y a los que os sirve de paréntesis para volver a coger fuerzas.
Irene MoRe
15 abril, 2014Pues muy buen sitio para pasar las vacaciones.
maria a.
15 abril, 2014Hace dos veranos hice este mismo recorrido (excepto Comillas) y me encantó. Felices vacaciones.