“Mamá, papá, me aburro…” ¿Te suena? Si es que el verano da para todo, incluido el aburrimiento. Pues vamos a ponerle remedio. Aquí tienes 6 planazos para dejar al aburrimiento K.O. y divertiros aprendiendo (y enseñando)
Los niños son como esponjas, lo absorben todo, y a una velocidad pasmosa. ¡Aprovechémoslo! Vale, durante el curso se tiene de todo menos tiempo, pero en vacaciones, podemos dedicar un ratito a transmitir a los peques esas pequeñas cosas, sencillas, cotidianas y a veces necesarias que hacemos habitualmente sin prestar mucha atención ni hacerles partícipes. ¡Están deseando aprender y ser como los mayores!
Enséñale a cocinar, aprovechando la falta de prisas, con ingredientes sanotes, contándoles de dónde proceden los productos (no, la leche no la fabrica el tetra brick ), las regiones donde se dan, dándole a probar sabores e ingredientes nuevos… ¿Qué tal una cata a ciegas? 😉
¿Y si plantáis unas semillas? De algo comestible, como tomatitos o fresas, por ejemplo. La ilusión que le va a hacer al peque recolectarlos y comérselos ¡va a ser inmensa! No te va a costar lo mismo que se coma una zanahoria del supermercado que una cultivada por él 🙂 Además, la jardinería es un ejemplo perfecto para ejercitar la paciencia, la constancia en el cuidado y aprender a esperar resultados. Muy práctico en tiempos de tanta inmediatez…
La costura: enséñale lo básico, cómo coser un botón, a dar alguna puntada… antes de que tenga 30 y no sepa cómo enhebrar una aguja… ¡También puede ser muy divertido hacer patrones para confeccionar ropa a los muñequetes! Habla la experiencia… Unos folios, rotus, tijeras… y ¡a diseñar! Del papel al retal que tengas por casa, y muñeco con vestido nuevo.
Pasarlo pipa haciendo jabón: Es fácil, no requiere más que un poco de glicerina, colorante, esencia y el molde que elijas. Puede hacer mil combinaciones de colores, añadirle un cepitillo para las uñas, introducir decoración en el interior, como un muñequín, por ejemplo…
¡Escribir cartas! ¡Qué bonita costumbre que se va perdiendo cada día más! Y es una pena. ¿No crees? A todos nos hace ilusión recibirlas, guardarlas, encontrarlas años después y recordar lo que nos contaban…”mira qué letruja tenías…” “madre, esa ortografía…” Si encima va acompañada de un dibu… ¡ya ni te cuento! Ir al estanco, comprar el sello y el sobre, decir “puaj ¡qué asco!” cuando chuperreteas la solapa para cerrarlo…
Descubrir cómo usas las herramientas: Obviamente dependerá de la edad de tu pequeño monstruito. Darle al martillo, atornillar y desatornillar como un poseso, apretar unas tuercas…
A estas ideas, súmale tus aficiones, tus habilidades más creativas… si te gusta la fotografía, ¡enséñale! ¿Practicas yoga? Prueba a hacerlo con él, ¡a lo mejor le gusta! La música, ¿y si cantáis o tocáis algún instrumento juntos? ¿Bailas? ¡Pues a mover el esqueleto en familia!
¿Noe hemos dejado algo en el tintero? ¡Cuéntanoslo!
¡Un besote!
