Todos tenemos proyectos pendientes, esos que quieres hacer, pero que vas dejando, vas dejando… y eso pasaba con esta señora caseta de jardín, que necesitaba un lavado de cara como el comer, pero la pobre no lo conseguía. Pero, ya, por fin, en un arranque de “esto no puede seguir así!” pasó por chapa y pintura. ¿Te apetece ver cómo lo hicimos y lo bien que nos lo pasamos?

Lo primero hay que hacer…quitar esa capa viejuna de barniz y pintura que cubre nuestra caseta. Venga, a hacer un poco de brazo con esa lijadora (eléctrica mejor para que no te eternices en la tarea)

Cuando ya tenga toda la cara exfoliada…

…llamamos a la tropa y pintamos en la mejor compañía. El buen rato está asegurado. Palabra.

Con rodillo, con brocha, ¡lo que prefieras!

Nosotros vamos a personalizar nuestra caseta tarrera con letras y números. Basta con atornillarlos a la altura que más nos guste.

Le da un toque estiloso, ¿verdad?

Como ves hemos pintado la puerta de blanco, para darle luminosidad al conjunto. Y en el último momento decidimos dejar la madera al natural en el marco de la ventana. ¡En El Tarro somos así de espontóreos!

Y como una vez que nos ponemos a pintar no sabemos parar… aprovechamos para dar un aire también a las jardineras que custodian la puerta de la caseta. Esta vez dejamos con su tono natural el canto superior frontal.

Et voilà! ¿Qué te parece el resultado? Nosotros la verdad es que no podíamos dejar de mirar nuestra obra. Mira, vuelve a fijarte en la foto inicial del “antes y después” y nos entenderás.

¿Qué te ha parecido? ¿Mucho mejor, verdad?

Pues ya sabes, no tengas miedo a dar un aire nuevo a tus muebles ¡Te sorprenderás de lo que eres capaz de hacer!

¡Besete, tarreros!